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Las llamas no se extinguen con lagrimas (Parte 1)

  • Autorenbild: Felix von Keudell
    Felix von Keudell
  • 14. Dez. 2022
  • 10 Min. Lesezeit

Aktualisiert: 1. Feb. 2023




Peru, Dios de Madre


El abismo en la selva virgen (Capitulo 1)


Sobrevolabamos el inmenso territorio selvático Madre de Dios en Perú. Nadie sabe exactamente quién es la madre de Dios, pero la creación era perfecta. Algunas fuentes históricas se refieren a la Virgen María, como la madre de la Trinidad. Lo que si es cierto, la madre es el símbolo de la vida y de la fertilidad tan en la religión cristiana como en las culturas amazónicas. La inmensidad de bosque primario que observaba desde la redonda ventana de mi asiento me dio la impresión de que la santidad y antigüedad seguía existiendo en este lugar. La pureza de esas tierras se describía perfectamente con el nombre Madre de Dios.

Me emocioné observando esa naturaleza preciosa y todavía virgen. Los meandros de varios ríos cruzaban el terreno como serpientes brillando al sol del mediodía. Al mismo instante, vía un grupo de loros pasando por encima de las copas de árboles exóticos. Pintorescamente, las especies de árboles se repartieron en un desnivel de verdes con distintas formas. Una imagen de perfección, esa selva intacta me hace surgir una admiración profunda. La tripulación pasó por el pasillo y una azafata de origen indígena sonriente se acercó a mi oreja. El batido de las hélices del viejo motor de ATR-72 complicó la conversación, así que simplemente asentí con la cabeza esbozando una afable sonrisa. La azafata del vuelo LA2573 de LATAM Airlines me entregó con un elegante movimiento unas galletas y una botella de agua mineral. Como me quedaba aproximadamente una hora más de vuelo, repasé el informe que me había dejado un colega en su última misión como consultor en esa zona. Empecé leyendo las estadísticas sobre el Departamento de Madre de Dios: unos 85,300 km2 de superficie – aproximadamente dos veces el tamaño de Suiza –, menos de 2 personas en cada kilómetro cuadrado – no hay otra región menos poblada en Perú –, alto crecimiento económico hasta un 11,7% al año desde 2007, principalmente gracias a la actividad minera. Históricamente, la región tenía poco interés económico, algo que ahora va cambiando. En 2018, un 41 % del PBI regional provino de la minería. En Madre de Dios existe una biodiversidad excepcional con más de 1.000 especies de aves, 200 de mamíferos, 250 de peces. Además, hay siete grupos étnicos principales de tribus indígenas, 3 parques nacionales: Manú, Alto Purus, Bahuaja-Sonene … Ahora lo malo. Madre de Dios está a punto de liderar las estadísticas de deforestación en Perú. Las organizaciones sin ánimo de lucro (ONGs) están consternados con el desarrollo insostenible en Madre de Dios y buscan contrarreloj caminos para frenar la destrucción medioambiental. Probablemente si el mundo supiera que estaba pasando en unos de los últimos paraísos salvajes, estaría más preocupado.

El desconocimiento parece ser la mejor forma de protección. Simplemente el hecho de no saber que algo mal está pasando, es como un confortable colchón que nos permite dormir tranquilamente. Así me permito, leer lo menos posible sobre el asunto de la deforestación en Suramérica, los bosques queman más que nunca ya sabemos. No tener en cuenta que tan rápidamente está avanzando se va a final me va bastante bien. En contra, las opiniones más feroces condenan justo ese pensamiento. Recuerdo que mi colega Martin Mühlbauer, en su posición de hardliner, solía decir: “Ignorantia legis non excusat”. La ignorancia no excusa, todos somos culpables. Lo que sea, la matriz de mi fundación “Swiss rainforest trust” (SRT) en Geneva quiere saber porque las donaciones crecientes/en auge dirigidas a proyectos en Madre de Dios no se reflejan en un el impacto ambiental lógicamente mayor. El apoyo financiero filantrópico y las inversiones para la acreditación de crédtios de carbono han llegado a unos 2,45 millones de euros en 2021, pero no se ve un impacto que corresponde a la suma elevada. Algo no cabe en los reportes cada vez más ambiguos y opaques. ¿Qué cosa extraña está pasando con las de organizaciones sin afán de lucro medioambientales? Anteriormente, estaban luchando varias batallas de una vez y ahora quietas como algo intentó asfixiarlas. Las voces inquietas en Europa se han levantado, ya no se pueden ignorar y ahora me toca a mi como supervisor adjunto de proyectos en América Latina de averiguarlo.

Cuando mi mirada se deshizo finalmente de las páginas apilas sobre la mesita de avión hacia la ventana, me escapó involuntariamente un gemido. Se vía más feo en realidad que en las imágenes satélites. El paisaje de bosque verde abundante había cedido mucho territorio a manchas artificiales de color teja y arcilla. Esta vez el agua acumulando en estanques artificiales reflejaba con un brillo químico, tal que la gasolina muestra su presencia en el agua. Las marcas de la extracción ilegal de oro a cielo abierto se extienden a lo largo de varios cientos de kilómetros en formas lineares siguiendo a los ríos naturales. Ni siquiera desde el avión podía decir donde empezaban o terminaban las líneas de tierra erosionada.

Los yacimientos de oro son pocos y se requiere mucho esfuerzo para extraer los filones de oro del sedimento fluvial. Ni siquiera se encuentran un gramo en cada tonelada en las tierras más enriquecidas, que contienen una concentración máxima entre 200 y 250 mg Au/m³. De hecho, el proceso de extracción sigue siendo rudimental, debido a la imposibilidad de transportar una maquinaria más sofisticada a través de la selva densa y húmeda. Por eso, el necesario lavamiento de una gran cantidad de tierra arcillosa se efectúa en un primer paso a través de pompas artesanales. Esas construcciones a base de motores antiguos dirigen la suspensión de agua y tierra a una criba improvisada para filtrar las partículas más finas y pesadas. En un segundo paso, se criba lo retenido a mano para luego añadir mercurio a lo que queda en el centro de las cribas redondas. Se requiere el mercurio para separar el metal dorado de otros granos más pesado que habían quedado en la esterilla fina de la criba. En este proceso sucio se forma una amalgama entre el oro y el mercurio, que hace posible retener y sacar las (nano-)partículas de oro.

El dañino del mercurio para la salud de los trabajadores, la naturaleza y toda la población abajo del río es espantoso. Los efectos tóxicos y carcinógenas no tardan mucho en sumergir después de haber estado en contacto con el mercurio. Aunque no existe unanimidad en cuanto al umbral medio de toxicidad humana, una investigación en salud a escala grande estima que los límites de toxicidad del mercurio son entre 50 y 160 μg/día. Los trabajadores desesperados, muchas veces consientes del daño para su salud, mezclan la suspensión de mercurio con las piernas desnudas típicamente en cubos grandes de color azul. Los “Nuggets” desformados de amalgama, del mismo color como los antiguos termómetros, se identifican fácilmente a mano en una ciba final. Con la esperanza de por fin tener un par de gramos de oro puro, el proceso requiere como último paso quemar justamente esos “Nuggets”. Inútil de mencionar que el humo emitido multiplica la letalidad de la amalgama para los seres vivos expuestos. No hace mucho que llegaron noticias sobre niños con formaciones defectuosas en pueblos río abajo hasta el Ministerio del Medio Ambiente (MINAM). Un estudio entonces solicitado demostró que las intoxicaciones de mercurio inhabilitaron el crecimiento sano de los niños, ya desde el estado de embrión en el vientre de sus madres. Desde entonces se recomienda no comer pescado en las zonas cercanas de la minería ilícita a cielo abierto, todo con la intención de reducir la acumulación del metal pesado en el cuerpo humano. Como era de esperar, la medida de comunicación no tenía tanto éxito en los pueblos lejanos y la población sigue consumiendo pescado, lo que tradicionalmente ha sido la primera fuente de proteínas. En los restaurantes de la capital regional Puerto Maldonado, ya solamente se sirve al cliente un pescado de pesca artificial. Normalmente. amaba esas galletas con sabor artificial a coco que me entregó antes la azafata sonriente, pero de repente tenían algo de jabón. Como no había bolsas de vómito, dejo el medio paquete en la rejilla enfrente. Mis pensamientos giraron alrededor del tema mientras intentaba sacar cualquier información observando las minas abiertas desde mi ventana… Después de tanto trabajo duro, revoloteando la tierra pesada de arcilla y robándose lo poquito de oro que contenía, se vende barato de las manos agotadas de los patanes y se inicia una cadena de estructuras mafiosas. Varios intermediarios hasta Lima y en todo el mundo se ocupan de “lavar” el oro ilícito para venderlo finalmente a inversores extranjeros o joyerías internacionales. El gobierno peruano lucha oficialmente contra la minería ilícita de oro y mandó en febrero 2019 un ejército completo sumando 1.200 policías y 300 soldados a la región Madre de Dios para recuperar el control o a menos mostrar presencia militar. Adecuadamente/Interesantemente, bautizaron la operación “Mercurio” y se felicitaron haber confiscado material y machinas du un valor superior de 14 millones de euros. 6 Lo contradictoria es que el mismo sector recibe apoyo estatal y se publican estadísticas sorprendente exactas calculando la producción de oro de esa zona. En 2019, se extrajeron 10.3 toneladas métricas de oro de la región Madre de Dios.7 Todavía poco en comparación con la producción mundial de oro, que totalizó 3.531 toneladas en 2019. Con precios por encima de 1.800 dólares la onza (31,10 gramos) – unos cincuenta euros el gramo – hace que la minería de oro a cielo abierto es rentable. Desde el punto de vista de los hombres lavando las tierras, es lo suficiente atractivo para arriesgarse la vida y dar comida a sus familias. Aunque las implicaciones del mercurio usado en el proceso de la extracción amenaza el medio de vida de otras familias, intoxicando a niños indefensos en su edad más vulnerable y acabar con ecosistemas frágiles.


Perú siempre me parecía ser un país lleno de contradicciones, a veces como en este caso trágico, pero en otras ocasiones llevaba algo místico. Lo que realmente no se me explicaba, era la ambigüedad y cierta alevosía/felonía del mundo filantrópico del Occidente. Cierto, la idea de dar un toque de contrapeso al capitalismo neoliberal y mandar dinero a los infelices en busca de ayuda es algo valiente. Desde luego, para una mano para ayudar a los demás es un comportamiento altamente bienvenido. Tristemente, las reflexiones sobre el propio egoísmo muchas veces no van tan lejos. Así es que, por ejemplo, que la gente en Geneva compra el oro sucio de las minas abiertas en Madre de Dios y un aliento más tarde hace donaciones para combatir la catástrofe medioambiental. Probablemente son inconciente del impacto de sus acciones, otra vez la preguta si la falta de conocimientos protege contra la culpa de sus propios actos que han ellos mismos han financiado antes. Fue una buena sorpresa cuando mi superior Dustin Montazonte me hizo venir a su despajo. La oficina con vista sobre se ubicó al bordo del lago de Geneva y me acordé bien como me entregó en un tono serios los boletos de avión para viajar de urgencia la semana siguiente a Perú. Decía que era importante no decepcionar a nuestros donadores, que la reputación estaba en peligro si salía a la luz un escándalo de corrupción o un artículo sobre la incapacidad de los socios ONGs…Personalmente, me alegraba tener que salir de este hueco demasiado confortable en Geneva, a veces me parecía que mis colegas mayoriamente suizos olvidaban el propósito de nuestro trabajo. De mi punto de vista, era usar las contribuciones filantrópicas y inversiones verdes como armar efectiva para combatir la pérdida de biodiversidad. Aparte, dar una buena paliza a los malos me hace sentir algo como una satisfacción personal. Por suerte, estar en la selva me liberaba cada vez de mi basura mental, que se acumulaba con cada día, siendo expuesto al discurso de la prensa occidental lleno de ansiedad. La misma retorica se repite en las redes sociales, donde el temor se usa como propulsión para aún más consumismo. Las redes sociales, donde cada uno es un especialista de Marketing vendiéndose de la mejor manera posible para promover a su propia persona como producto divino. Me dio cuenta con una sonrisa minúscula de que inconscientemente buscaba otra vez la bolsa de vomitó. Bueno, en mi caso, yo disfrutaba de andar despierto por los bosques húmedos, una fuente de aromas exóticos y sensaciones reales. Expuesto a la misericordia de la naturaleza, estar en la jungla alberga cada vez un riesgo incalculable de atrapar enfermedades, parásitos o otros peligros. Al final, distanciado a la burbuja en que vivimos y entrando en la selva salvaje, me hacía sentirme vivo y libre.

En corto, la misión de las ONGs suena ser salvar a la creación de Dios antes de que sus hijos la destruyeran. La carrera típica contrarreloj con poca esperanza, pero diría en duda vale hacer el esfuerzo. La vida es una lucha constante y me pareció bien golpearme con unos desgraciados. Pero Desde luego, esta misión de inspeccionar las ONGs locales luchando contra la destrucción de vidas humana y salvaje tuvo mala pinta desde el principio. Era un combate desigual, como el de David contra Goliat, esa vez machacado por el porrazo de las fuerzas capitalistas en favor de la explotación. Sin detenerse ante nada, la minería de oro a cielo abierto ha devorado más de 100.00 hectáreas desde 1985 con una tendencia acelerada. No había dudas de que este paraíso estaba en llamas. El abismo del infierno se había abierto en Dios de Madre, devorando más y más vidas silvestres y humanas.

Probablemente, los aventureros españoles, ya no más los dueños del Virreinato del Perú, deberían haber sentido subconscientemente una profecía hostil y poco prometedora cuando seguían llamando a la capital de la región Puerto Maldonado. Todo en honor del homónimo explorador español, Faustino Maldonado, quién murió poco después del descubrimiento del sitio donde se fundó la ciudad unos 50 anos más tarde. Cierto, Faustino Maldonado y su grupo de pioneros no eran los primeros por llegar allí. Huyeron un par de días de un grupo de indígenas, a quienes robaron por hambre unos plátanos y las flechas por suerte no los causaron bajas. El 18 der marzo 1861, Faustino y otros seis de los tripulantes contravinieron las instrucciones de otra tribu indígena – con quienes intercambiaron una canoa mejor – y tomaron la decisión fatal de dirigirse en una confluencia hacia la ribera izquierda. Se ahogaron en un rápido llamado “Calderón del Infierno”, el que se enceuntra hoy en Brasi. Solamente la otra mitad del equipo llegó al rio Amazonas para cumplir con su misión de examinar la hidrografía amazónica.

Lo que queda en la sombra de esta historia trágica es el nombre Puerto Maldonado. Desde su fundación ví solamente por poco tiempo los rayos de la prosperidad gracias a su exportación de caucho. Era y es una ciudad maldita en medio de una región divina. Una selva prístina que se encuentra ahora en llamas. En Madre de Dios, se abre el abismo del infierno. Visto desde la ventana del avión la franja de destrucción, similar a un precipicio, coincide con las minas de oro a cielo abierto.






 
 
 
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